Los procesos que intervienen en los controles de calidad son el conjunto de tareas o programas que se realizan para para detectar los posibles errores. Estos procesos suelen estar mecanizados, como es el caso de los procesos de controles de calidad que se llevan a cabo en circuitos electrónicos. Empresas como https://www.taia.es/ son expertas en la creación de este tipo de programas que vigilan la calidad de las placas.
El objetivo de un control de calidad siempre es el de mejorar el trabajo de la empresa y conseguir productos mucho más competitivos.
El control de calidad humano
El primero de los procesos en un control de calidad es el que se lleva a cabo por parte del equipo experto que diseña el circuito. Las personas encargadas de realizar el trabajo realizan la primera inspección para asegurarse de que todo va bien. Para esto, pueden utilizar protocolos que les ayuden a vigilar los puntos más importantes.
El control informático
Tras el control humano llega el control informático. El programa pone a prueba el diseño estudiando su funcionamiento y comprobando que todo cumple los estándares establecidos. Si se consigue pasar el control informático se puede comenzar a fabricar el producto. Estos programas son muy importantes ya que son los que garantizan que realmente vale la pena comenzar con el proceso de fabricación y que todo está correcto.
Los controles de calidad de los productos ya fabricados
Una vez que se sabe que el diseño del circuito es el correcto y se comienza con la fabricación, lo normal es instaurar algún control de calidad sobre el producto final. Lógicamente, es imposible analizar uno a uno todos los componentes que se fabrican, pero sí que se pueden revisar, al azar, un número determinado de ellos. El número lo establecerán los protocolos marcados por la empresa para el control de calidad.
Si se encuentran fallos en el producto final, se tendrá que revisar el proceso de fabricación hasta encontrar en dónde puede estar el error y corregirlo para que el porcentaje de piezas con defecto sean las mínimas posibles. El margen de error siempre debe de ser lo más cercano posible a cero.
Esto, junto con el resto de procesos que intervienen en los controles de calidad, garantizará que el producto final tenga la máxima calidad y por tanto, sea de confianza para el comprador que va a utilizar estas piezas en la fabricación final de su producto.